La remontada blanca

La salida no fue buena. Ilusión era un caballo blanco de mirada limpia que necesitaba su tiempo para calentar su sangre y agudizar su rabia. Enseguida comprendió que sus rivales no dudarían en arrollarlo vilmente con tal de conseguir hacerse con la victoria. Sin embargo, como en otras ocasiones, el caballo fue saliendo del letargo inicial. El ritmo de velocidad aumentaba. En la última vuelta consiguió colocarse segundo. Ilusión volaba como el viento acortando paulatinamente la distancia de dos cuerpos del primer caballo. El tiempo era ya muy limitado y sólo se oían los sordos cascos sobre la hierba. La remontada fue asombrosa. El entrenador de aquel caballo había captado que su mayor cualidad era la garra, la fuerza. De ahí su nombre, Ilusión.

Al comenzar su segunda incursión en la Liga, José Mourinho tenía sobre sus hombros la carga de entrenador contrario al fútbol, de perverso enemigo del balón. Un peso acentuado tras atreverse a ganar la única Final, hasta la fecha, entre el mejor Barcelona de la historia y el Real Madrid, rey de los anales del futbol. Es más, se atrevió a conquistarla manteniendo virgen la portería blanca, algo que nuestros entrañables antimadridistas nunca le perdonarán jamás.

Llegados a la jornada 19, esa falsa e injusta carga se ha convertido en una carga real de goles. Resulta que el equipo grotesco, el defensivo, es el máximo goleador de la Liga, máximo constructor de jugadas colectivas acabadas en gol y líder en solitario gracias a ese futbol ofensivo.

Sin embargo, hay una cosa más fascinante que ha ocurrido en esta jornada 19: la victoria del futbol de riesgo. Ver juntos al mismo tiempo a cuatro atacantes como Alessandro Mancini, Quaresma, Ibra y el gran Ballotelli en un 4-2-4 ha pasado a mejor vida… Ayer José Mourinho quitó a un centrocampista para meter a un delantero centro y quitó a un lateral para meter a un mediapunta. Respondió con coraje a un planteamiento defensivo de Caparrós casi perfecto, a una entrega de los locales casi inhumana (hacía tiempo que no veía correr tanto a un equipo desde La Corea de Hiddink).

Así que pasamos del clásico 4-2-3-1 con un punta a un increíble 3-1-4-2 en donde Higuaín y Kaká se sumaban a Mesut Özil, Callejón, Cristiano Ronaldo y Karim Benzema. Una estampida blanca en toda regla. Por otro lado, Coentrao y Pepe a los lados, con Ramos en el centro eran los encargados de proteger nuestra guarida de un posible contragolpe mortal y definitivo.

La salida del Real Madrid no fue buena, al igual que en el resto de encuentros post navideños se tardó en coger la dimensión al partido. Tras conseguir el empate la velocidad del equipo fue aumentando. Pero el reloj seguía su incesante marcha hacia el final y estaba en juego parte de la Liga. De repente el tiempo se paró, una zancada, dos, tres… era Callejón enfilándose hacía el balón con un único propósito, el objetivo de todos. Ayer, Ilusión, el caballo blanco de mirada limpia, trotó por el césped del viejo Son Moix. Ayer, José Mourinho demostró que ha captado perfectamente la naturaleza y distintivos del club al que entrena: la valentía, el sacrificio, la lucha hasta el final. Eso es el futbol. Eso es el Real Madrid.