jueves, 26 de julio de 2012

Rematando a lo Dostoievski

Dicen las leyendas populares que para entender a un gallego se necesita toda una vida porque nunca sabes si van o vienen. Si es cierto o no es algo que escapa a mi entender,aunque fueran personas como mis ancestros los que perpetuaran ese mito,por aquello de tenerlos al lado. Juntos, pero no revueltos.

 Lo que sí puedo comprender es que esa actitud pueda tener su justificación ya que parece que cuando se tornan decididos y transparentes la suerte se les vuelve de lado.

 Al menos esa es la historia de Manuel Fernández Fernández, alias Pahíño, la de un hombre que fue presa de sus decisiones y de un destino que no le dio lo que su potencial demandaba. Pahíño nació en San Paio de Navia, Vigo, Pontevedra el 21 de enero de 1923.

Con 16 años y una Guerra Civil que daba sus últimos coletazos en una Galicia tomada por el bando nacional hacía ya tiempo empezaba su andadura futbolística en el equipo de su pueblo, el Navia, en 1939.

 Después vendría el Arenas de Alcabre y, ya en 1943, con 20 años, le vendría su gran oportunidad. Jugar en el Celta de Vigo. 5 años estuvo metiendo goles en una ciudad que olía a marisco y a carbón, su ciudad.
En una pequeña muestra de su carácter y de lo que fue su vida, en 1948, tras llevar con sus goles al Celta a la final de la Copa Generalísimo, a ser cuarto en Liga y a ganar el Pichichi se declaró en rebeldía y salió por patas. Se entero por la prensa de que el Real Madrid le había fichado. A él y a otro compañero de equipo, Miguel Muñoz. Sí, nuestro Miguel Muñoz.

 Otros 5 años estuvo con el Real Madrid, convirtiéndose de nuevo en Pichichi en 1952. Entre Liga y Copa Pahíño jugo 141 partidos con el Real Madrid en 5 años. Anotó 121 goles.

 Un año más tarde fichó por el Deportivo de la Coruña en el que militó hasta 1956. Con sus dos goles en ese año el Deportivo ganó por primera vez en Chamartín. Su última temporada fue la 1956/57 en el Granada, en 2ª División.

Viendo este currículum diríamos que fue un señor tan normal y corriente en el fútbol como lo son su nombre y apellidos al mundo de las personas. Pero es que también fue el señor que se perdió el Mundial de 1950 (la mejor participación española en un Mundial hasta 2010) tras mostrar cierta risa irónica y con retranca en un partido de 1948 (su gran año) con la Selección española ante Suiza en el que anotó un gol. Es lo único que pudo mostrar ante las palabras a modo de arenga del militar coruñés Gómez Zamalloa en el vestuario antes del partido: "¡Y ahora señores, cojones y españolía!". Entre ese incidente y el hecho de leer a autores "prohibidos" como Hemingway, Tolstoi o Dostoievski se ganó la fama de futbolista "rojo" y quedo vetado de por vida en la selección. Sólo volvió a jugar en 1952 ante Irlanda y se perdió de nuevo el Mundial en Suiza. 3 partidos, 3 goles con la selección. Pero además tuvo la mala suerte de irse antes de tiempo. En 1953 se iba del Madrid y llegaba al mismo tiempo Di Stefano. Pahíño no entendió el procedimiento de renovaciones a año por año para jugadores mayores de 30 de Santiago Bernabeu y pedía 3 años más de contrato. Legó a recibir como oferta 275.00 pesetas de la época por temporada y la declinó. Un año después de irse el Madrid ganó su primera Liga desde tiempos de la República. Y el año de su retirada del fútbol de Primera División, el Madrid ganaba su primera Champions. Teniendo en cuenta su calidad, me atrevo a decir que aún con su edad hubiera llegado.

Y esta es básicamente la historia de Pahíño, que falleció hace mes y medio y que pasó prácticamente desapercibido tras la muerte de Pitina o de Tirso Llorente. Como veis no hay grandes laureles u oropeles. Él tampoco los buscó. No tuvo contacto ni con el Madrid ni con la prensa ni con ninguno de sus antiguos clubes. Se limitó a ver la vida pasar en su casa con su familia.

Se podría decir de él que era un supergoleador a la altura de goleadores de la época como Zarra o César. Que es el sexto goleador histórico de la Liga española y que de los 10 primeros es el segundo con mejor ratio de goles por partido. Que es el tercer mejor goleador en dicha ratio de la historia del Madrid en Liga tras Puskas y Cristiano Ronaldo. Eso y poco más. No ganó trofeo alguno. Su foto no ocupa vallas publicitarias y su estatua no corona grandes estadios. Pero, ¿realmente le hizo falta?. Siendo franco, creo que muy pocas personas (casi ninguna) podríamos tener la vida de Messi o Ronaldo. Pero tampoco muchos podríamos ser como Pahíño. Él fue aquel puente entre el Madrid de la calle y el Madrid del cielo estrellado. Ese que pasó de ser el embajador del chotis al embajador del fútbol en los tiempos en los que la gente en España solo se podía llevar a la boca lo que le asignara la cartilla de racionamiento y los goles de sus ídolos. Es parte de ese Madrid que más que hecho de estrellas parecía hecho de hombres iguales al abuelo que te contaba sus historias con canciones como esta: "Ponen al público en pie / los centros de Joseíto, / pero cuando la emoción / se pone el alma en un hilo / es cuando empalma un trallazo / sobre la marcha Pahíño." . Y eso también es el Madrid, con toda la honra que ello suponga. En una España de miseria a todos los niveles hubo un futbolista muy bueno, curioso, excéntrico y que fue prisionero del destino y de sus decisiones inoportunas.

 Ese es el retrato de un genio. Y mientras haya alguien que pueda contar su historia, ¿a quién le importan las Ligas y Champions?


1 comentario:

  1. Muy bueno tio. Se aprende con este tipo de post, de hecho ya están rulando varios por el blog y voy a hacer una sección de historia, se lo merece.

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